La fundación de la ciudad de Oviedo se remonta al año 761, cuando los monjes Máximo y Fromestano se instalaron en la desierta colina de Ovetao u Oveto, y fundaron un monasterio bajo la advocación de San Vicente. El Rey Fruela I erigió posteriormente una basílica dedicada a San Salvador, y su hijo Alfonso II el Casto trasladó allí finalmente la capital del Reino de Asturias, la transformó en su residencia y en sede episcopal.
Pero si por algo ha pasado a la historia Alfonso II el Casto fue porque durante su reinado se descubrió la supuesta tumba del apóstol Santiago en Compostela. Alfonso II partió desde Oviedo a visitarla, dando origen al primitivo Camino de Santiago, siendo el primer monarca en realizar el peregrinaje.
Fue este rey quien trajo a la capilla del Salvador numerosas reliquias, como el Santo Sudario, dotando a Oviedo de una importancia religiosa indiscutible. Aunque la capital del Reino se trasladó a León en el siglo X, los contactos de Alfonso con Carlomagno permitieron que la popularidad del Camino de Santiago creciera y hubiera una gran afluencia de peregrinos desde los Pirineos a Compostela.